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De escorpiones y hombres

Pandinus imperator - De escorpiones y hombres

De escorpiones y hombres

Más rudo es el castigo que se inflingió, que el aguijón de la diosa Escorpión, y ella, cuyo curso es imperecedero, te lo ha hincado poderosamente, con efecto mortal…

 

El libro de los muertos

Los taxónomos no suelen ser muy imaginativos a la hora de nombrar las especies animales. Casi todos los nombres describen en latín atributos evidentes del animal que se quiere denominar. Sin embargo, algunas especies han recibido nombres evocadores. En mi gremio, siempre traemos a cuento la humilde mosquita de la fruta, que ha dado la mano a los genetistas por décadas, y recibió el poético nombre de Drosophila melanogaster, la “amiga del rocío con la pancita oscura”, o el hermoso colibrí collarejo de nuestras montañas, Florisuga mellivora, “el que chupa flores para alimentarse de miel”.

 

Los escorpiones o alacranes no han tenido la misma deferencia, en parte porque algunas especies son realmente temibles. Para citar solo unos ejemplos, el nombre del escorpión arábigo Androctonus crassicauda significa “el homicida de cola gruesa”, el escorpión de Suráfrica Hadogenes troglodytes, es un cavernícola nacido de los infiernos”, y ya más cerca de nosotros tenemos el escorpión mexicano Centruroides infamatus infamatus… sobran los  comentarios!  

 

Los escorpiones son los animales con los que he trabajado desde hace más de diez años. Me he dedicado especialmente a conocer su veneno, una mezcla compleja de proteínas y otras moléculas. A pesar de que toda la biología de los escorpiones es cautivante, las proteínas del veneno son la principal causa de que por todo el mundo se investigue sobre este grupo zoológico. Las proteínas son el componente más abundante del veneno, y están dirigidas a inmovilizar la presa, principalmente grillos, cucarachas, larvas y, si se ofrece, otros escorpiones.

 

Estas proteínas actúan sobre unas moléculas denominadas canales iónicos, omnipresentes en todas las células, desde las bacterias hasta las plantas y animales, y que permiten el flujo de pequeñas corrientes de iones, a través de las membranas celulares. Estos flujos de iones constituyen las biocorrientes de los seres vivos, que son el fundamento fisiológico de la actividad excitable en las células del músculo y el tejido nervioso. No debe sorprender pues, que las biocorrientes estén involucradas en el movimiento muscular, la contracción del corazón, la actividad nerviosa, y en últimas, determinen nuestra capacidad de movernos, pensar, sentir y recordar. ¡Y menos debe sorprender, que las toxinas del veneno de escorpión puedan interferir con esas actividades del ser vivo y llegar a ocasionar la muerte!

 

Miles de personas mueren anualmente por picaduras de escorpiones en México, Brasil, Venezuela, Israel, India, y otros países tropicales y subtropicales, donde el escorpionismo se considera problema de salud pública. En Colombia no hay especies tan letales, pero la picadura de algunas especies puede hacer pasar un mal rato a un adulto sano, y amenazar la vida de niños y adultos mayores. El intenso dolor es la experiencia más traumática e inolvidable para quienes han experimentado una picadura de escorpión. Luego, aparecen síntomas como fiebre, dificultad respiratoria, arritmias cardíacas y en casos extremos, la muerte.

 

Todos los escorpiones producen veneno, pero algunos usan una estrategia diferente, y prescindiendo del veneno, metabólicamente costoso, han optado por desarrollar mayor tamaño y poderosos grupos musculares con los que pueden hacerse a presas grandes, incluyendo pequeños roedores. Uno de los más conocidos, protagonista en varias películas, es el escorpión emperador africano (Pandinus imperator) que puede llegar a medir 25 cm y pesar unos treinta gramos. A pesar de su imponente aspecto, produce un veneno inofensivo, aunque no le recomiendo al lector que se deje prensar un dedo entre sus potentes pinzas.

Pandinus imperator - De escorpiones y hombres
Figura1. Hembra del escorpión gigante africano Pandinus imperator. Como todos los escorpiones, es venenoso, pero su picadura no es peligrosa para los humanos. Se alimenta de artrópodos y en ocasiones pequeños ratones y reptiles como las lagartijas, que domina gracias a su gran tamaño (alcanzan hasta los 20 cm) y la fuerte musculatura de las quelas. Imagen tomada de Arachnoboards

Los escorpiones son animales sorprendentes desde el punto de vista de sus adaptaciones evolutivas. Figuran en el registro fósil entre los primeros animales que colonizaron la tierra firme, hace más de 400 millones de años en el periodo que llamamos silúrico, durante el paleozoico (período de la vida antigua). El ancestro que vivió en el silúrico era un animal marino de gran tamaño, y las adaptaciones a la vida terrestre debieron incluir el desarrollo de pulmones, una gruesa cubierta externa que evita la deshidratación, y estrategias muy refinadas para la captura de presas. Son animales nocturnos y normalmente cazan al comenzar la noche, principalmente al acecho, localizando sus presas mediante sofisticados mecanismos de detección de las vibraciones del suelo y del aire.

 

Las hembras retienen los huevos en el cuerpo, las crías se desarrollan en una estructura llamada ovariutero, y nacen completamente desarrolladas. Luego las crías se suben al dorso de la hembra y allí permanecen casi un mes, hasta que son capaces de procurarse su propio alimento. Es conmovedor ver a las hembras recogiendo con infinito cuidado las delicadas crías cuando por alguna razón se caen de su cómodo mirador. La estrategia, que en biología llamamos cuidado parental, incrementa las posibilidades de supervivencia de las crías, y es muy diferente a la estrategia más común entre los artrópodos, el grupo zoológico al que pertenecen los alacranes, que consiste en hacer la puesta de huevos en un sitio conveniente, y dejar que las crías se apañen solas hasta llegar a la madurez.

Tityus forcípula
Figura 2. Hembra adulta del escorpión Tityus forcípula. Esta especie habita en las zonas montañosas del Valle del Cauca. Los habitantes locales lo llaman “Sietenudos”. Su picadura es muy dolorosa y puede causar serias complicaciones, sobretodo en niños y adultos mayores (Fotografía del autor).

Los escorpiones son muy austeros. Pueden sobrevivir perfectamente con una presa cada mes, en parte por sus bajas demandas metabólicas y sus hábitos tranquilos. Durante el día simplemente se retiran a sus moradas, y se aletargan. Eso les facilita sobrevivir largos períodos sin alimento ni agua, y les ha permitido colonizar los más inhóspitos desiertos.

 

Yo mismo soy testigo y causante involuntario, debo confesarlo, de una sorprendente historia de supervivencia. Un amigo me trajo un escorpión desde los ardientes valles desérticos del Huila, donde moran algunas de las especies más tóxicas de Colombia. Yo lo mantenía en su vivario, con agua y alimento regular, pero tuve que salir del país a una pasantía de cuatro meses, y entre una cosa y otra olvidé la existencia de mi escorpión. Al regresar, y tal vez pasaron dos semanas más, encontré la caja. El escorpión estaba perfectamente, vivito y coleando, aunque seguramente muy hambriento, pues se atracó con una cucaracha que, apesadumbrado por mi descuido, le ofrecí de inmediato. Este espécimen sobrevivió casi un año más en cautiverio y generosamente donó algo de su veneno para mis investigaciones. Por supuesto, si su linaje ha sobrevivido 400 millones de años a los avatares de la evolución, que son cuatro meses sin probar bocado…

Chactas vanbenedenii
Figura 2. Hembra del escorpión Chactas vanbenedenii, con crías recién eclosionadas sobre el dorso. C. vanbenedenii habita en las zonas montañosas del Valle del Cauca. Su veneno es de baja toxicidad, por lo cual su picadura es inocua (Fotografía del autor).
ELECTROFISIOLOGÍA - FRANKLIN MORENO
Franklin Moreno-Vélez
PhD Ciencias

Sobre el autor:

Soy profesional en Ciencias Naturales, con experiencia como docente e investigador. Desde hace 15 años, estudio la composición y propiedades de los venenos de varias especies de escorpiones del Valle del Cauca, mediante técnicas cromatográficas, proteómicas y genómicas.